Gustavo comparte su experiencia

«En este nuevo desafío espiritual que es el Goum nuestro amigo Gustavo, padre de familia y amigo de la casa Padre Lamy quiere compartir lo vivido.»


  • Goum: una experiencia muy fuerte, no hay palabras para expresar lo que se vive…

Me costó el primer día muchas lágrimas, estaba muy cansado, pero me puse en oración, ya que sin ella es imposible caminar. Ese caminar en el desierto de las sierras me vino a la mente muchas cosas como el recordar pasajes bíblicos en donde nuestros padres como Abraham, Moisés caminaban bajo el sol del desierto. Me imaginaba como habrá caminado María con Jesús en su vientre para llegar al encuentro con Santa Isabel. La fuerza de la oración y la meditación constante fue el apoyo que necesitaba para continuar porque mis piernas flaqueaban mucho. Miraba lo imponente de aquellas sierras, fruto de la creación. Por momentos pensaba que no llegaría a destino pero el paisaje me inspiraba para un rosario, una meditación interior… Encontré mucha paz interior, me purifiqué, pero también fue una mortificación, no solo vivimos de oración, sino también de penitencia y mortificación. Aprendí en este retiro lo valioso que son algunas cosas, como el agua, tan indispensable, el acostumbrar a nuestro cuerpo a comer lo justo y necesario ; algunos días no sentía hambre de alimentos, tenía muchas ganas de Dios, me llenaba la oración, me sentí plenamente acompañado por el espíritu santo, la gracia abundaba en mi, pero me decían que si no comía se me haría mas pesado. Me colmaban las misas, la comunión, todo esto era el empuje para poder seguir caminando. En una misa recordé el pasaje bíblico cuando Dios pide a Abraham el sacrificio de su hijo, eso me impactó mucho, el sentir la plena confianza en Dios, la entrega total de mi vida sin condición, sin peros. He experimentado el despojo, el ponerme incondicionalmente bajo la protección de Dios y de mamá María. Puedo decir que Dios es un amigo pero exigente me fue pidiendo de a poquito mi vida hasta dársela por completo. Ya no puedo transitar por el camino que me había propuesto caminar, sino caminar por el camino que Él quiere para mi… Hacía mucho silencio, tenía la necesidad de él y de la soledad para encontrarme con el Dios del silencio, pero me di cuenta que ese silencio y esa soledad debían estar habitados por el pensamiento de Dios, le pedí mucho que dirigiera el camino que debía recorrer. Mientras subía piedra por piedra esas sierras me daba cuenta de cuanto me quiere Dios y sentía que me llamaba, Él me invitaba y yo debía aceptar esa invitación, allá arriba el me esperaba. Descubrí que las sierras que quería escalar no estaban fuera de mi, sino dentro mío, debía escalarme, debía descubrirme. Sentía la necesidad de correr con los brazos abiertos al encuentro con Dios y me di cuenta que Dios es real. Me tocó un grupo maravilloso para compartir esta experiencia, solidario, servicial, quiero destacar a Martín, nuestro guía quien a pesar de su cansancio llegaba a un punto, dejaba su mochila e iba en busca de alguno de nosotros quien estaba caminando con dificultad, tomaba su mochila y la llevaba para poder aliviar un poco la caminata. El Hermano Juan Pablo caminaba siempre detrás nuestro, me recordó al buen pastor quien guiaba a sus ovejas y si alguno de nosotros se quedaba atrás dejaba al resto para esperar a esa oveja pero con un silbido hacía que las primeras esperaran y no se alejaran demasiado. He quedado impactado con este retiro, en las sierras han quedado trocitos de mi, cunado algo que no sea Dios quiere apoderarse de mí, cierro los ojos y pienso en toda esa hermosura que mis ojos pudieron contemplar para estar más cerca de Dios. Voy a tener un largo año para poder meditar y digerir lo que he vivido.