1º misterio de dolor. La agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. Jesús en la angustia se abandona al Padre.
Padre Lamy dice: «Muchas almas sufren a menudo de la aridez en la oración personal. Dios tiene en cuenta su perseverancia. San Francisco de Sales dice que un gramo de oración hecha en la aridez lleva más fruto que cien kilos hechos en la consolación. El demonio no obra con más ardor para tentarnos sino durante la oración, para desanimarnos y hacernos abandonar esta santa practica. Por eso, el que abandona la oración, regocija el demonio. Cuando sufrimos de la aridez, refugiémonos en Jesús abandonado y pidamos misericordia para nosotros y los pobres pecadores, diciendo: “Ten piedad de tu pueblo, Señor”.»
2º misterio de dolor. El cuerpo de Jesús azotado por los soldados. Jesús acepta sufrir para salvarnos del pecado.
Padre Lamy: «La mortificación de los sentidos es necesaria, porque a causa del pecado tenemos una carne temible qui lucha contra la razón como dice el Apóstol: “Castigo mi cuerpo”. Hay que decidir si el alma va a mandar al cuerpo o el cuerpo al alma. Dios nos dio los sentidos para usarlos, no según nos gusta sino según lo que él quiere. Les almas que aman realmente a Dios no piden alivios. Hemos nacido para un fin más noble que para ser esclavos del cuerpo. Dios mío, no me entregues a mis pasiones. Haz que evite las críticas y las quejas y que acepte las penitencias que ofrece la vida para ofrendarlas en unión con Jesús.»
3º misterio de dolor. Jesús coronado de espinas. Se anonadó por amor, para salvarnos de la voluntad propia.
Padre Lamy: «Nuestra voluntad propia causa nuestros pecados. El infierno está lleno de voluntad propia. Nuestra principal atención debe ser vencernos a nosotros mismos. “Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”. ¿Ustedes tienen energía? Necesitamos energía para hacer cada día, a cada hora, la santa y adorable voluntad de Dios, por amor a Dios, y no buscarse en nada, y a la vez mostrarse indulgente por los defectos de carácter del prójimo. ¡Si vieran el desprecio de Satanás para los corazones achanchados, que él empuja con el pie!»
4º misterio de dolor. Jesús lleva la cruz con amor y paciencia.
Padre Lamy dice: «Hay cruces que vienen directamente de Dios, otras que vienen del prójimo, otras de nuestro fondo malo: son todas buenas y dignas de ser recibidas. Es gran sabiduría llevar siempre la cruz bajo la mirada de Dios, sin pedir consuelo a las criaturas. Dios se encarga de ayudarnos. Para defenderse de la impaciencia: actos de amor a Dios, actos de sumisión a la voluntad de Dios, actos de abandono a su beneplácito. Soportar con suavidad los defectos del prójimo, ser indulgente por los defectos de su carácter. Traten de soportar todo de los demás y no hacer sufrir a nadie. Las encinas crecen despacito.»
5º misterio de dolor. Jesús muere en la cruz y perdona a sus enemigos.
Padre Lamy dice: «Jesús está en cruz, y describen a su Madre con una palabra: stabat Mater, estaba de pie. Es la mujer fuerte. ¡Somos tan débiles, tan tibios! Quien rehúsa las cruces, rehúsa el cielo. Y perdonar: rezaré hasta el fin para que nuestros enemigos no sean tratados tan duramente. Hoy las almas tienen miedo a las penitencias, nuestras pequeñas miserias nos interesan más. Yo no temía mostrarles la cruz: la cruz de madera, no la cruz dorada. Todo se resume en saber si queremos sufrir en pos de Jesús, o en pos de Satanás. El sufrimiento en pos de Satanás es estéril, lleno de amargura y prepara la desolación eterna. La cruz llevada en pos del Salvador está llena de consuelos indecibles, y nos abre el cielo. Hagamos nuestra elección.»