«El Santo Rosario es como un resumen del Evangelio». (Juan-Pablo II, Carta Rosarium Virginis Mariae, nº 1).
«El Rosario es mi oración preferida», dice san Juan-Pablo II ( Rosarium Virginis Mariae, nº 2).
«Recen con el corazón», nos pide la Virgen en sus apariciones.
«No recen a las apuradas, como los loros, pensando en otra cosa. Ustedes van a rezar en presencia de la Madre de Dios. Récenlo bien, teniendo a la vista los misterios que contemplan. Mientras más lo rezo yo, más penetro en los misterios y me identifico con la escena.» (-Padre Lamy).
¿Qué son los misterios?
Los misterios son acontecimientos de la vida de Jesús y María que nos revelan sus sentimientos, sus actitudes interiores que los cristianos aprendemos a penetrar, asimilar e identificarnos para que transformen nuestra mentalidad, nuestras actitudes y nuestro actuar.
Por ejemplo, un cristiano que no es humilde, que no perdona, o que no cree en la resurrección, es todavía un bebé, aunque tenga 80 años. Un cristiano que no se convierte cada día, que no deja que Jesús y María transformen su corazón, que no comprende la importancia de los sacramentos, es un analfabeta espiritual, aunque tenga todos los diplomas del mundo. El Rosario bien meditado nos enseña todas estas cosas.
Jesús y María quieren darnos su Corazón, y lo dan solamente a aquellos que oran y rezan con perseverancia. La Virgen quiere compartir con nosotros sus sentimientos y su vida interior, y el Rosario, rezado con amor, es el medio con que lo hace.