Paraná, capital de Entre Ríos una de las provincias de Argentina, es una ciudad de casi 300 000 habitantes, situada a 500 kilómetros al norte de Buenos Aires. A 15 kilómetros de ahí, se extiende la municipalidad de Oro Verde que consta de 2500 habitantes. En 1994, la Congregación decidió abrir ahí una casa que tiene el privilegio de llevar el nombre de nuestro fundador: La Casa Padre Lamy. La Congregación ya estaba presente en la diócesis de Paraná desde 1990 por medio de hermanos enviados en el marco de la Obra Puntos Corazón.
Oro Verde, a pesar del número reducido de habitantes, es una ciudad universitaria que consta de tres facultades donde concurren unos tres mil estudiantes. La Casa Padre Lamy se abrió ahí porque era un lugar especial para desarrollar nuestro carisma de evangelización de los jóvenes. La Providencia permitió que pudiéramos conseguir un terreno situado a la vez lejos del bullicio de la ciudad, cerca de las universidades y fácil de acceso en auto o en bus.
Un lugar de oración
Lo que fue uno de los motivos para fundar una casa de la comunidad, fue la constatación que hicimos que no existía en la diócesis de Paraná una comunidad religiosa cuyo estilo de vida una a la vez vida en fraternidad, vida de oración y vida de apostolado. La Casa Padre Lamy recibió de Monseñor Karlic, el entonces arzobispo de Paraná, la misión de ser un lugar privilegiado de oración y de recogimiento. Con este fin la Casa recibe sea en grupos sea individualmente, personas que desean tomar un tiempo de oración y de intimidad a los pies del Señor y de su Santa Madre. Rápidamente los hermanos empezaron la adoración al Santísimo y los que pasaban por casa estaban invitados a tomar un tiempo ante Jesús sacramentado. Con los años la Casa se agrandó con nuevos edificios y pudo recibir un número creciente de ejercitantes. Ellos participan de los oficios cantados por los hermanos, de la lectura de la Palabra de Dios (lectio divina) y pueden participar de charlas sobre temas de espiritualidad. Mientras el país atraviesa una profunda crisis, la Congregación quiere proponer un lugar de oración y de silencio para los que necesitan rehacer sus fuerzas espirituales y seguir avanzando y esperando más allá de toda esperanza.
Un gran campo de apostolado
El padre Lamy nos invita a transmitir la fe sobre todo a los niños y a los jóvenes. Argentina es un país católico con una gran proporción de jóvenes cuya fe merece ser formada y profundizada. Fuera del acogimiento de los que pasan por casa, la comunidad está llamada a salir para ir al encuentro de los jóvenes y responder a su sed espiritual, sed de sentido, sed de fe. Desde los inicios de la fundación les tocó a los hermanos formar un grupo de universitarios donde cada semana se profundiza un punto de nuestra fe. Se inició al mismo tiempo una presencia regular en la escuela Alberdi (escuela agropecuaria) con la Misa semanal y una formación espiritual para los alumnos del secundario. Si bien la universidad, así como la escuela Alberdi son entidades públicas, nuestra presencia no solamente es tolerada sino deseada. Tenemos toda libertad para ir y venir y charlar con los estudiantes en los pasillos y en la cafetería. Con el pasar de los años, tanto los estudiantes como los profesores se acostumbraron a ver los hábitos marrones andar por la universidad. En 1996, Mons. Karlic propuso al padre Pedro, el entonces superior de la Casa Padre Lamy, ser capellán de la cárcel de Paraná. Era la continuación de un apostolado que empezó en 1990 cuando los hermanos estaban aún en el Punto Corazón. Los detenidos son sobre todo jóvenes y podemos visitarlos informalmente en sus celdas (apostolado de presencia) o hacerles una propuesta más explícita de formación cristiana. Ahora el actual capellán es un sacerdote diocesano y los hermanos lo apoyan en su misión animando la Misa u organizando los grupos de oración en la cárcel misma. También la Casa Padre Lamy recibe a los liberados y a las familias de los presos para proponerles un tiempo de retiro y de descanso en un clima de oración.
Los hermanos reciben también numerosas propuestas puntuales de apostolado ( visita a los enfermos, grupos de oración, apostolado parroquial…). A pesar de ser pocos, cinco, los hermanos hicieron de la Casa Padre Lamy un centro reconocido de espiritualidad en la diócesis con una real fecundidad apostólica.