Presentación
Se trata de un templo de nave única que remata en un presbiterio en forma de ábside teniendo como espacio intermedio un coro de tipo monástico.
El cuerpo central se complementa con dos volúmenes transversales a modo de transepto que alojan la capilla de invierno y la sacristía.
Completando el edificio aparecen dos galerías laterales que se unen en el frente a fin de permitir un recorrido perimetral propio de lugares destinados a la reflexión, la oración, conversaciones, confesiones… así mimo las aberturas pensadas entre la nave y las galerías permiten que, en casos excepcionales, un grupo de gente participe desde allí en las celebraciones que se desarrollen dentro del templo.
En el interior se destaca el juego de doble arquería sobre los laterales que marca un ritmo con el cual se ordena la ubicación de aberturas (mayores y menores), de la estructura tanto vertical como de la cubierta, y de los elementos anexos (imágenes, artefactos de iluminación, estaciones del Vía Crucis…) Finalmente el uso de los materiales de apariencia rústica (muros blancos con textura, hormigón a la vista, madera y cerámica roja) ayudan a recrear una atmósfera de interioridad y recogimiento.
Respecto de la imagen exterior, se evitó recurrir a una copia estilística demasiado literal y se optó por recrear elementos tanto del arte colonial latinoamericano (muros blancos, tejas, madera) con ciertas reminiscencias de los monasterios románicos medievales (uso de volúmenes, arcos, el ábside, etc.…).