Vicario en Saint-Ouen
En el verano de 1892, fue llamado de nuevo por sus superiores y enviado como vicario en Saint-Ouen en los suburbios de París. Ahí se ocupó del catecismo y llevó adelante los patronatos. Pero, en el año 1900, tuvo un presentimiento: el Estado francés iba pronto a expulsar a las Congregaciones docentes, a las cuales pertenecían los Oblatos. Pide y obtiene su nombramiento como cura párroco de una parroquia de la diócesis de París. Así, deja de ser Oblato, pero “quedando ligado de corazón” a su Congregación, como le pedía su superior el padre Brisson.
Cura párroco de la Courneuve
El 14 de setiembre del año 1900, padre Lamy fue instalado como párroco en la Courneuve. Era una parroquia de hortelanos, donde, al principio, se iba más a misa para vender sus legumbres que para rezar. Poco a poco se esforzó por poner las cosas en orden. Comienza por consagrar su parroquia al Corazón Inmaculado de María, Refugio de los pecadores, y por fundar las cofradías del Sagrado Corazón y del Corazón de María… Lo que más lo entristecía era de ver como los niños se alejaban rápidamente de Dios, y por eso tomó la decisión de fundar para ellos unos patronatos. A pesar de la oposición de los franc-masones, y de algunas persecuciones, la Santísima Virgen lo ayudó: a partir del año 1905, se inaugura en la calle Villot, un patronato para las niñas, y en 1906, el de los varones, en la calle de la Convención.
Era la época en la cual el Estado francés entraba en una guerra abierta contra la Iglesia. Cuando en marzo de 1906, vinieron a inventariar a su iglesia, el padre Lamy protestó enérgicamente, y se encerró en la iglesia, actitud por la cual la Virgen lo felicitará más tarde. Le hará saber en efecto, que Ella no permitió que fuera arrestado porque él no habría entendido en ese entonces cuanto honor hay en sufrir por Jesús.
La Courneuve creció rápidamente, como esos suburbios donde viene a hacinarse la gente. Al padre Lamy le gustaba mucho frecuentar estas poblaciones de gente humilde, de traperos.
Decía:
¡Mis queridos traperos!, ¡Ellos son mis palacios y mis príncipes!”.
Iba por todas partes, llevaba la comunión a los enfermos, visitaba las familias, iba a buscar las almas en perdición o simplemente sembrar una buena palabra.
La visión del año 1909
El 9 de setiembre de 1909, en el transcurso de una peregrinación en Gray, el padre Lamy fue conmovido por un acontecimiento muy especial. En una visión, la Santísima Virgen le encomendó fundar una peregrinación a Notre-Dame-des-Bois (Haute-Marne, Francia), muy cerca de su pueblo natal, porque Ella decía : “no tienen nada en esta región”. Le señaló el lugar, la estatua que debía poner, y la casa que serviría de capilla. Le solicitó también fundar una Congregación religiosa.
Poco tiempo después, el terreno sobre el cual se situaba la casa fue puesto en venta y el padre Lamy lo compró. En enero de 1913, en un negocio de París, encontró la estatua que había visto en la visión para esta peregrinación. El 20 de abril de 1914 transportó al lugar la estatua, tranformándose la casa en una capilla. Los peregrinos afluían. Más tarde el lugar fue confiado al obispado de Langres que se convertió en guardián del sitio de peregrinación, cuya fiesta anual está fijada el domingo próximo al 8 de setiembre. Con la autorización del obispo, el padre lamy celebra allí la primera misa el 14 de junio de 1922.
Un detalle que ha asombrado a ciertas personas, es el hecho que el padre Lamy veía a la vez a la Santísima Virgen y al diablo, dialogando entre sí, pero este último viniendo sólo “con la autorización del Padre”. Un día el padre Lamy vió al diablo y a la Santísima Virgen en el momento del juicio de una pobre mujer, que se llamaba “mère Ripaton”. El diablo dijo: “Ella no vale nada, me pertenece.” La Madre de Dios respondió: “sí, es cierto, pero un día donó un candelabro a la parroquia: ud. me dará esta alma”. Y el demonio contestó : “¡no me queda otra opción!”. Padre Lamy concluyó diciendo que la Santísima Virgen es una ?trapera’ admirable: Ella sabe encontrar algo dónde no hay casi nada.
La guerra de 1914-18
Padre Lamy había anunciado la guerra con mucha anticipación, pidiendo a sus fieles de rezar y de convertirse. Decía que las causas de la guerra eran el trabajo del domingo, las blasfemas y lo que llamaba la “prostitución en el matrimonio”. Al estallar la guerra, padre Lamy ejerció un ministerio muy particular, confesando centenares y miles de soldados de paso en la estación de tren de la Courneuve, asistiendo a los moribundos, sepultando los muertos, y acogiendo en su iglesia a los capellanes de paso.
El 15 de marzo de 1918, un depósito de municiones cerca de la Courneuve produjó una inmensa explosión. El padre Lamy, prevenido por el cielo, había rezado para que no haya muertos: no hubo ninguno. Un prodigio se produjó en la iglesia: el tabernáculo habiendo sido arrancado, la baldosa de éste sacada, “el copón quedó sobre el corporal y el corporal suspendido en el aire” (P. Biver, Apôtre et mystique, p.156). El cardenal Amette, que consideraba al padre Lamy como un “verdadero santo”, interpretó el hecho como “el signo que, a pesar del derrumbamiento de una parte de la iglesia, el Huésped divino quería seguir quedándose en medio de esta población para sostenerla y consolarla.” (Semaine Religieuse de Paris, 1918, p.326-7).
La jubilación
Padre Lamy estando muy enfermo, quizó renunciar ya en el año 1920, pero en este entonces, no tuvo una respuesta satisfactoria a su pedido. Finalmente, en 1923, su renuncia fue aceptada y él se retiró a la enfermería Marie-Thérèse desde donde se dedicó a la peregrinación de Notre-Dame-des-Bois. Padre Lamy frecuentaba en esa época los círculos de estudio de Jacques y Raïssa Maritain. Encontró también al conde Paul Biver, quien lo ayudará a fundar la Congregación pedida por la Santísima Virgen. Para ese fin, algunos jóvenes se presentaban, y poco a poco la obra comenzó.