El ocio
El ocio es gran enemigo del hombre. Lo paraliza, o no hace nada ni por si mismo, ni por sus seres queridos. Es pecado.
Para ver la misericordia, hay que ver donde está el pecado y confesarlo. Muchas veces confesamos los pecados externos, no los que salen del corazón.
– Muchos solamente confiesan la carne, la lujuria, la impureza. Verdad que hay que purificar este pecado, pero hay otros, orgullo, vanidad, ambición, egoísmo…, y si se suman son mucho más importantes que la carne. Está la codicia, la curiosidad, la ambición de tener poder dentro de la comunidad…
– El pecado más grande lo esconden, porque no saben limpiar su corazón de sus sentimientos: celos, envidia, egoísmo, vanidad.
– No es que hay que decir cada pecado en detalle, pero decir: “Caí en lujuria, ira, ambición, orgullo, vanidad…”, esto es confesar pecados concretos.
El ocio es gran enemigo del hombre. Lo paraliza, o no hace nada ni por si mismo, ni por sus seres queridos. Es pecado.
La vanidad es muy común: querer mostrarse.
Cuesta morir al amor propio.
El orgullo es lo que se acaba último.
– Gula no es solamente de alimentos, sino de cosas materiales, que buscamos con exceso.
– Compras de ropa, tecnología…
– Codicia de poseer los bienes de otros.
– Ambición de tener poder dentro de la comunidad…
– Curiosidad de saber cosas inútiles…