Hermanos y hermanas, Si, ¡demos gracias a Dios!
Damos gracias a Dios por los 25 años de presencia de la comunidad de los servidores de Jesús y de María, aquí en este lugar, yo estoy feliz también de acoger al párroco, el antiguo párroco, el padre Thuet que está entre nosotros, pienso también particularmente a vuestro párroco de Ottmarsheim que tiene dificultades de salud, podemos también en esta acción de gracias no olvidar sus servicios y también rezar por su salud y como no dar gracias por su testimonio también de simplicidad de entrega a su misión, porque el arzobispo hace algunos meses le confió una nueva misión y él la acepto con espontaneidad con disponibilidad cómo sostenido por la oración de sus hermanos de aquí en Ottmarsheim.
El compromiso personal de seguir a Cristo, por el bien de toda la Iglesia. Dar las gracias naturalmente también, en el corazón de esta celebración tenemos la alegría de ver a uno de los miembros de la comunidad, hermano Juan Pablo, de dar este paso decisivo, dar el paso de los votos perpetuos, lo hace naturalmente al final de su camino, pero este paso lo hace para nosotros también porque toda consagración en la vida religiosa nos recuerda a cada uno de nosotros nuestra consagración bautismal y cada misión en la Iglesia cada vocación en la iglesia es por el bien de todo el cuerpo, lo sabemos de una manera concreta hoy con los votos del hermano Juan Pablo porque sus votos son una disponibilidad a vivir de una manera más radical su unión a Cristo y su disponibilidad a la Iglesia a través De la vía de los consejos evangélicos, de la castidad de la pobreza de la obediencia. Pero, todos nosotros cómo bautizados estamos invitados y tenemos este llamado en lo más profundo de nosotros mismos a seguir esos consejos evangélicos, porque todos, por el bautismo somos cristianos, llevamos el nombre de Cristo y somos invitados a desarrollar en nuestra vida un amor cada vez más fuerte de Cristo.
La fidelidad a nuestra misión para la renovación de la Iglesia.
El Evangelio de este día, de este domingo nos invita a no tener miedo de la Cruz, la cruz para Jesús es en primer lugar nuestra propia misión a cada uno de nosotros jóvenes y no tan jóvenes, cada uno de entre nosotros a través nuestro bautismo somos llamados a seguir a Cristo. Y en un mundo que cambia continuamente, en un mundo que nos dice que hay una caída de vocaciones, un descenso de la práctica, dónde hay una falta de dinamismo de la comunidad cristiana, es bueno que nos interroguemos nosotros mismos sobre nuestra fidelidad humildemente en paz en lo que respecta a nuestra misión. Puede ser eso que Jesús nos indica a través de las imágenes del que hubiera querido construir una casa y que no pudo terminar o de aquel que como el rey busca enfrentar a otro más fuerte que él y los dos nos invitan a no dejar la misión de lado al contrario a ir hasta el final a terminar nuestra misión en la paz con el deseo de paz a nuestro alrededor y en nosotros. A menudo, en estos periodos difíciles que llamamos los periodos de crisis, somos llevados a nosotros mismos y a preguntarnos sobre la manera en la que vivimos cada uno nuestra misión, en cuanto más fieles seamos a nuestras diferentes misiones, a nuestra vocación respectiva, algún cambio en la Iglesia y en la fe se podrá sentir en medio de nosotros. Sabemos que la palabra crisis significa también purificación, puede ser que tengamos, nosotros también, cada uno de entre nosotros, ser capaces de dejarnos purificar renovar en nuestra misión.
Nuestro compromiso, una respuesta de amor a Cristo.
Sí la Cruz es en primer lugar llamado a tomar a pecho y en serio nuestra misión respectiva, la cruz es también un llamado a vivir en la confianza en Cristo porque es él el primero que ha cargado con la Cruz hasta el final y es él que nos ayuda a cargarla. Nuestra vida en Cristo no es simplemente una vida que pasa a través de una misión, que pasa a través de un esfuerzo a hacer para terminar lo que tenemos que hacer, nuestros vida en Cristo pasa por su acogida, por la acogida de Su palabra, por la acogida de su presencia para que sea él que nos aclare y nos guíe nuestra vida en Cristo no es simplemente un sí con la voluntad y la razón nuestra vida en Cristo es un si con el corazón, es por eso y al final de su camino uno de esos grandes figuras, San Pedro, naturalmente por el hecho que Jesús le ha confiado la carga y el cuidado de la Iglesia pero sobre todo porque él nos es cercano por su camino, se acuerdan del momento importante de la misión de Cristo cuando él les pregunta a los discípulos: “para ustedes quién soy yo” y Pedro quien dirá: yo creo que tú eres el Hijo de Dios Pero eso no impidió a Pedro de caer, de hacer la experiencia de la negación, y para renovar la unión a Cristo, éste al borde del lago una vez resucitado no le preguntará ¿crees tú? Sino, que le preguntara ¿me amas tú? Todos nosotros si queremos seguir a Cristo y tomar la cruz, la cruz de nuestra misión, tenemos que poder también responder a Cristo por nuestro amor, somos nosotros hoy capaces de hacerlo, estamos hoy listos a decir a Cristo, si, te amo, si, tú eres el viviente que camina a mi lado paso a paso, es el que me levanta cuando tengo necesidad de levantarme, sobre todo, el que me carga cuando la prueba, la cruz es un poco dura, la cruz del sufrimiento, pero también la Cruz debido a mi falta de fidelidad, La Cruz de las preguntas, la Cruz de la fe.
Madre Teresa, una vida entregada en respuesta a la sed de amor de Cristo.
Providencialmente en este mismo domingo, cómo lo he evocado, festejamos también la canonización de Madre Teresa, ella fue un modelo ya en la vida religiosa antes de ser conocida con el nombre de Madre Teresa porque ella estaba comprometida en una congregación enseñante y después de muchos años ella vivía una misión que hacía muy bien, una misión de enseñar, creo que Historia Geografía, ella amaba a sus alumnos, sus alumnos le hacían bien en el corazón de este grande continente que es la India y he aquí que en un momento dado en su camino de fe ella escucha la voz de Cristo que le dice: “tengo sed”, es la palabra que Jesús pronuncio en la cruz y ella comprendió como la sed de su amor, la sed de la respuesta de amor para que no sea simplemente su competencia, su experiencia, su vida religiosa que sean puesta en valor, sino, que sea en primer lugar Cristo y su unión a Cristo y ella dio el paso, por otro lado ella lo ha mostrado admirablemente en un evento, que aprendí en un retiro, rápidamente algunas hermanas vinieron a verla porque muchos moribundos les hacían está queja a las hermanas y que llega hasta Madre Teresa como que ella no tenía más tiempo que la calidad de su presencia hacía poco agua seguramente porque los moribundos venían en masa, Madre Teresa escuchando esta queja de los moribundos y los enfermos instituye una hora de adoración, una hora de corazón a corazón con Jesús. Es la respuesta de una santa, pero, es también la respuesta que tenemos que dar cada uno de nosotros, cuando tenemos que hacer frente a nuestra misión, sí el coraje nos falta, tenemos que ir al corazón de nuestra vocación. Vocación bautismal pero también por vocación específica para tomar a Jesús en nuestra vida y poder darle decirle yo te amo y ven, ven a realizar tú mismo tu obra a través de mí, ven, mis manos están listas, ven, mi corazón está listo y todo mi cuerpo, toda mi persona esta lista, no para hacer mi voluntad, no para realizar mis proyectos, sino para realizar tu proyecto que es mejor. Nos hemos reunido hoy también aquí en la alegría alrededor del hermano Juan Pablo que hace este paso, él lo hace por nosotros se compromete a ser signo de la presencia de Cristo, en primer lugar por su fidelidad a la oración, al corazón a corazón, para sí mismo y para toda la Iglesia que tiene tanta necesidad y así seremos todos los verdaderos y los buenos discípulos de Jesús que podrán seguirlo paso a paso en el camino de la cruz que es el camino del amor hasta el final; es por la cruz que Jesús salvo a la humanidad, es por la cruz que nos da acceso a la vida de amor del Padre, nosotros escucharemos enseguida cuando él se entregará en el sacramento que es el sacramento de la Cruz y el sacramento donde se ofrece al padre y por su resurrección él no deja de ofrecerse al padre para enseñarnos a amar, ya decir siempre un poco mejor te amo. Amén