Clandestino bajo los nazis
Karol Wojtyla tenía 19 años cuando, el 1º septiembre 1939, los nazis invadieron Polonia. Su objetivo era aniquilar la cultura polaca y eliminar Polonia del mapa del mundo. Su líder máximo mandó ejecutar los profesores y educar los niños polacos como paganos que idolatran la raza. Los grupos de jóvenes eran prohibidos. Karol con unos compañeros inventaron una forma de resistencia particular: el clandestino “Teatro rapsódico” jugaba en casas privadas piezas inspiradas en la fe cristiana y la historia polaca, que mantenían el orgullo de la propia cultura . A pesar del riesgo de ser fusilado, Karol entró en 1942 en el seminario clandestino que el Cardenal Sapieha tenía en su arzobispado. Asesinatos y torturas eran realidad cotidiana en Cracovia, pero Karol esperaba la mañana, sabía que Dios no abandona a los que esperan en él.
Atrevido bajo la ocupación soviética
En 1945 los Soviéticos de Stalin imponen a Polonia la “liberación” socialista. Su método es el mismo de los nazis: aplastar y matar. El método de resistencia de la Iglesia consistía en evangelizar con obstinación un barrio durante meses para crear una parroquia viviente y luego exigir la autorización de construir una iglesia. Nombrado obispo auxiliar en 1958, Mgr Wojtyla celebraba cada año la misa de Nochebuena en los campos cerca de Nowa Huta, la ciudad atea modelo construida sin el menor lugar para Dios. Obtenida la autorización en 1967, el mismo arzobispo Wojtyla abre la primera zanja de la nueva iglesia, que será edificada por los obreros en sus tiempos libres durante 10 años. Arzobispo de Cracovia en 1964, Wojtyla lanza el pueblo cristiano en el estudio del Concilio Vaticano II, preparando la aurora de la cultura cristiana, liberada de la falsa liberación socialista.
Buscando justicia social con los obreros
Fue en la ciudad suburbana de Saint-Denis, símbolo del partido comunista, que Juan-Pablo II se encontró en 1980 con los obreros franceses. Detrás de él, en el frontón de la catedral, la inmensa banderola clamaba las palabras del cardenal Cardijn: : «Un joven obrero vale más que todo el oro del mundo» . El papa retomó estas palabras y les habló de la justicia social, problema fundamental del mundo del trabajo, ya que el obrero trabaja para sustentar su familia. «El mundo querido por Dios es un mundo de justicia». Los invitó a abrir los ojos, no solamente sobre un esquema estrecho de dos clases sociales, sino a tener una visión más amplia: zonas enteras del mundo divididas entre consumo y hambre, otros derechos pisoteados , como el derecho a la libertad de conciencia, el derecho a educar los hijos según las convicciones de los padres, el derecho a ser educado según las capacidades y no según una coyuntura política.
La lucha por la justicia no puede ser un odio de unos contra otros, un programa de destrucción del adversario, y Juan-Pablo II apela a la fuerza moral de los obreros para preguntar claramente: ¿donde y cuando la carrera de armamentos ha traspasado el noble combate por la justicia y por el más necesitado y se transforma en egoísmo colectivo y autodestrucción colectiva? El primer derecho humano es el derecho a la vida y el derecho de vivir en paz. Pregunta también: «¿Por qué razón la lucha por la justicia en el mundo ha estado ligada al programa de una radical negación de Dios , al programa que pretende impregnar de ateísmo a los hombres y a las sociedades? » Así afirmaba la prioridad de las personas sobre los sistemas e ideologías, sea el odio de clase, sea la explotación del hombre por el hombre. Ya invitaba a los obreros, jóvenes y no tan joven, a ser centinelas que vigilan para que la lucha por sus derechos no se desvíe en lucha violenta y odio de clase. El que derrumba a los poderosos de su trono es Él, Jesús. Ver Homilia.
Robando la juventud al Enemigo
Durante sus peregrinaciones en los varios países, Juan-Pablo II percibió la angustia de los jóvenes, que se sienten impotentes en un mundo donde las bombas atómicas giran permanentemente en el espacio encima de nuestras cabezas. Percibió también la gran esperanza que expresaban los mismos jóvenes cada vez que se encontraba con ellos, hasta el interés mostrado por los jóvenes de Paris, supuestamente cerrados a la fe. En 1985, año internacional de la juventud, escribió su Carta a los jóvenes y lanzó las Jornadas Mundiales de la Juventud, de las que el mismo diablo testificaría ulteriormente, durante un exorcismo, que estaba furioso contra Juan-Pablo II, “porque me robó la juventud”.
Los centinelas de la mañana
En la Jornada Mundial de la Juventud del 2000, Juan-Pablo II envía en misión las Centinelas de la aurora, como ya hemos visto. Es en este mundo, donde la palabra de Dios y de la Iglesia es rechazada, donde Dios sus centinelas. ¿Para qué? Para estar despiertos y no dejarse manipular por mentiras y mesianismos. Los envía para ser luz del mundo y sal de la tierra. “No liquen la fe”. Serán centinelas de la verdad y el amor, o no serán nada. Leer aquí.
De pie frente al anticristianismo europeo
Uno de los últimos combates de Juan-Pablo II fue para recordar las raíces cristianas de Europa, en el momento en que los estados preparaban la Constitución Europea. Para no disolverse, Europa debe ser consciente de lo que ha forjado su fisonomía espiritual, sus raíces. Juan-Pablo II repite y resiste: «Sea reconocido o no en los textos oficiales, es un hecho imposible de negar, que ningún historiador podrá olvidar» (Discurso al presidente de la Comisión Europea Romano Prodi, 28 octubre 2004). « Evitar mencionar explícitamente las raíces cristianas de Europa, no es solamente negar una evidencia histórica, sino rebajar el principio de laicidad a una especie de ideología laicista » (Osservatore Romano, 28 de octubre 2004). Pero no escucharon. A pesar de todas las advertencias de Juan-Pablo II, la Constitución de Europa, firmada 29 octubre 2004, omite mencionar sus raíces cristianas. Mgr Lajolo, secretario para las relaciones con los estados, la define una “miopía cultural”. Los enemigos de Dios parece que triunfan, pero Juan-Pablo II sabe que Europa sin Dios, Europa sin bases, se derrumba y que Dios prepara la mañana.
Es la lucha final
Todo esto parece confirmar la convicción que el cardenal Wojtyla expresó en una entrevista dada en Nueva York en 1976, de que el mundo está al borde del enfrentamiento histórico más grande que jamás ha conocido la humanidad… Será «el ultimo enfrentamiento entre la Iglesia y la anti-Iglesia, el Evangelio y el anti-Evangelio», entre un verdadero humanismo y un falso humanismo, en todos los países. El falso humanismo se apoya en este hambre naturalista de libertad animal que cierta ideología atea agresiva se empeña en difundir. El papa sabe que el vencedor será Jesús, lo sabe con fe inquebrantable, ¡LA FE DE PEDRO! Pero son necesarios centinelas según el corazón de Dios para preparar esta victoria.
Movilizando a las mujeres también
Es en este contexto que el 15 agosto 2004, en Lourdes, en su última peregrinación fuera de Italia, Juan-Pablo llamó también a las mujeres a ser Centinelas : «La misión peculiar que corresponde a la mujer en nuestro tiempo, tentado por el materialismo y la secularización: ser en la sociedad de hoy testigo de los valores esenciales que sólo se perciben con los ojos del corazón. A vosotras, las mujeres, corresponde ser centinelas de lo invisible .» Homilía. ¡Centinelas de los valores esenciales!
Ser centinela no es tarea fácil. Juan-Pablo II, como buen centinela, nunca se consideró vencido por el simple hecho de que la mayoría tenía una opinión contraria. «Para Juan-Pablo II, no bastaba que el mundo considere algunas situaciones como desesperadas, para que la Iglesia se quede silenciosa» [1]. Porque su óptica era otra: hacerse «la voz de los que no tienen voz».