San Pablo dice: «Ya es hora de despertar del sueño: la noche está avanzada, y se acerca el día» (Romanos 13,11-12).
En guerra
¿Qué es el centinela? Es un guardia que permanece en vela para advertir si viene algún peligro o enemigo. Cuando se acerca el devastador y la gente se angustia, «Ve y coloca un centinela, lo que vea que lo anuncie» (Isaías 21:1-6). Y ¿qué hace el centinela? «Como centinela, Señor, yo mismo estoy de pie todo el día, y en mi puesto de guardia, yo sigo erguido toda la noche» (Isaías 21: 8). Es tiempo de guerra, y el centinela acecha al enemigo. La noche es el tiempo en el que ataca el enemigo.
Es a esta pagina de Isaías 21:11-12 que Juan-Pablo II se refiere en su carta Novo Millennio Ineunte, nº 9, para hablar de la misión que encomienda a los jóvenes : «Centinela, ¿Cuánto queda de la noche? Centinela, ¿Cuánto queda de la noche?» El centinela espera la aurora, porque de día es más fácil ver a quién se acerca y defenderse.
¿Qué Enemigo?
No se trata solamente de guerra física. Hay una guerra espiritual, y el devastador es el diablo.
– San Pedro escribe: «Sean sobrios, sean centinelas siempre alertas, porque su adversario el diablo, como león rugiendo, da vueltas buscando a quién devorar» (1 Pedro 5:8).
– San Pablo lo confirma: «Nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso, sino contra los espíritus del mal que están en el aire» (Efesios 6:12).
– «Ya han surgido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la última hora» (1ª Juan 2:18).
– «Muchos engañadores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne» (2ª Juan 1:7).
Una guerra interior
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«La noche está avanzada, el día se acerca» .
– Por eso, «Perseveren en la oración, velando en ella y dando gracias» (Colosenses 4:2),
– «Vivan orando y suplicando» (Efesios 6:18),
– «Tengan siempre la alegría del Señor. El Señor está cerca» (Filipenses 4:4a,5b).
– A los Romanos, que eran reputados por sus costumbres corrompidas, san Pablo escribe: «Abandonemos las acciones tenebrosas y vistámonos de la armadura de la luz» (Romanos 13:12);
– Se trata de vigilar la conducta, muy concretamente: «Actuemos con decencia, como de día: basta de banquetes y borracheras, basta de lujuria y libertinaje, no más envidias y peleas» (13:13).
– El centinela se «reviste del Señor Jesucristo y no se deja conducir por los deseos del instinto» (13:14).
Contra uno mismo
Los centinelas «rechazamos la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad» (Tito 2:12).
– «No durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios. Los que duermen lo hacen de noche, y los que se emborrachan también. Nosotros en cambio, que somos del día, permanezcamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y el amor, y con el casco de le esperanza de salvación» (1 Tesalonicenses 5:6-8).
– Somos del día, o sea de Jesús, la noche es del diablo. Nuestro combate es espiritual, se trata de dominarse a si mismo con la fe, la esperanza y la caridad. El centinela lucha contra el propio egoísmo y las propias tendencias a la facilidad, el capricho, el consumismo, la rebeldía.
Una opción radical de vida
Juan-Pablo II nos ha acostumbrado, ya desde los inicios de su pontificado, a entrar en el gran "Adviento”, la preparación del tercer milenio (Ver Redemptor hominis, nº 1).
Y sacó la siguiente conclusión : «Por eso, vibrando con su entusiasmo, no dudé en pedirles una opción radical de fe y de vida, señalándoles una tarea estupenda: la de hacerse «centinelas de la mañana» (cf. Is 21,11-12) en esta aurora del nuevo milenio.» (Novo millennio ineunte, nº 9).
Contracorriente
San Pablo explica como hacer de toda la vida cotidiana una vida de centinelas, velando para no conformarse con este mundo y ofreciéndose a si mismos como ofrenda agradable a Dios: «Les ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcan sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es su adoración espiritual. Y no se conformen con los criterios de este mundo, sino dejen que se transformen su mentalidad y su manera de vivir, para comprender la voluntad de Dios, lo que le agrada, lo que es perfecto». (Romanos 12:1-2).
Profética
Al profeta Dios dice: «Hijo de hombre, yo te he puesto de centinela en el pueblo de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, les advertirás de parte mía. Si yo digo al malvado: “Vas a morir”, si tú no le adviertes que abandone su mala conducta y así salve su vida, el malvado morirá por su culpa y a ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú, por el contrario, pones en guardia al justo para que no peque, y en efecto él no peca, ciertamente conservará la vida por haber estado alerta, y tú habrás salvado tu vida». (Ezequiel 33:1-9).
Se trata de advertir al hermano contra el pecado. Esto nos toca a cada uno, que todos tenemos responsabilidades, especialmente los padres y educadores, en la educación de los hijos que Dios nos confía.
Esperando al Esposo
Las 10 doncellas del Evangelio son centinelas que esperan al Esposo (Mateo 25:1-13).
El esposo es Jesús. Vino a la tierra para invitarnos a sus Bodas : «¡Invítenlos a las bodas!» (Lucas 14:16-24), pero los que están demasiado ocupados por las cosas terrenales no pueden entrar. No están en vela por las cosas esenciales sino por cosas superficiales. Para responder a la invitación, los centinelas no deben dejarse anestesiar por los bienes terrenales, sino conformar su vida con el Evangelio.
Las doncellas esperan al Esposo durante la noche. La Iglesia también espera el regreso de su Esposo en la noche de este mundo. A medida que el mundo se hunde en la noche del odio y el egoísmo, comprendemos el valor de esta esperanza de la aurora, de la mañana que viene, que es Jesús mismo.
El Apocalipsis describe las Bodas del Cordero: «Regocijémonos, porque ha llegado la Boda del Cordero, y la novia está preparada. Se ha revestido de lino puro, resplandeciente: el lino son las obras buenas de los santos. Me dijo: Escribe: Dichosos los convidados a las bodas del Cordero» (Apoc 19:7-9).
No sabemos el día
Jesús pide que estemos en vela:
– «Estén en vela, porque no saben el día que llegará su Señor» (Mt 24:42)
– «¡Estén atentos y despiertos, porque no conocen el día ni la hora!» (Mc 13:33).
Las centinelas de lo invisible
A las mujeres también Juan-Pablo II les confía la misión de ser centinelas: velan por la unión, la armonía y el amor en la familia. La mujer vela por el respeto a la persona concreta (Ver Carta a las mujeres). La madre vela por la educación de los hijos, tarea importantísima. Retomaremos el tema más adelante (Ver Defender la familia contra los enemigos de Dios).