La belleza salvará al mundo

Por Padre Vicente

El hombre es un misterio en si mismo
En todas partes donde vive, quiere realizar lo que lo lleva a lo más profundo de si mismo, una atracción hacia lo Bueno, lo Verdadero, lo Bello
Quiere transformar su medio ambiente, quiere humanizarlo, lleva en si mismo nostalgias : aquella de una armonía perdida, de un amor sin falla, de una belleza sin mezcla, que él va a expresar en sus actividades, su trabajo, sus técnicas, su arte !


Creados a imagen y semejanza de Dios

La revelación judeocristiana nos enseña en el libro del Génesis que el hombre no se hizo solo (al azar), no se hizo él mismo (auto programación), sino que es objeto de una voluntad que es un amor, ¡el amor original! Que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Esta imagen, los padres de la Iglesia la han visto en su espíritu, su inteligencia, su capacidad de conocer y de amar, de entrar en relación y por su trabajo, su arte, su cultura de expresar hacia fuera lo que el hombre lleva a dentro : deseos, tendencias, sueños, alientos más profundos.

Imagen desfigurada por el pecado pero que Dios ha restaurado en Cristo.

Dios al modelar al hombre a su imagen y semejanza le ha encomendado el cuidado de su creación inacabada. Cada día, por su génesis humana, o sea por un esfuerzo progresivo, el hombre es llamado a hacer nacer obras que sean reflejos de la Belleza tan antigua y tan nueva” escribe Emile Berthoud

Tal es notoriamente el sentido del arte cristiano que “llama a los hombres a encontrarse con Dios en lo íntimo de ellos mismos, donde El los espera para revelarles la Belleza a la cual aspira toda creatura. Este llamado es permanente porque la Belleza es eterna.”

!La belleza, fuente de sanación!

En nuestro mundo donde hacemos tan a menudo la experiencia del mal, de la fealdad, del no sentido, hay una urgencia para nosotros todos, de redescubrir el aspecto propiamente terapéutico de lo Bello, puesto en valor por el arte. Lo Bello es terapéutico porque desprende en la sociedad y en el hombre una dimensión de contemplación.

Una cultura sin belleza es una cultura que falta del todo a la contemplación y a la interioridad. Lo Bello está hecho para ir alrededor de él no para tocarlo! Se destruye cuando se lo toca. Lo Bello es para contemplar, es del orden del ojo (entonces de la inteligencia) y no del orden de la mano. Una cultura sin belleza es una cultura sin contemplación, una cultura cerrada.

La búsqueda de lo Bello en el arte cree una cultura de lo universal. Lo Bello rompe la soledad del hombre, su encerramiento. Abre las ventanas y las puertas, es incompatible con la violencia, apacigua, devuelve la serenidad, me hace coincidir conmigo mismo. Así es una terapia contra los individualismos, los divisionismos. Al fin, lo Bello que busca el arte (cuando está liberado de sus aberraciones y de su desesperación) es profundamente terapéutico también porque cree el vinculo entre yo, los demás, el mundo, la historia, la naturaleza, el cosmos… recrea vínculos, me releega, es profundamente religioso.

Lo Bello abre una esperanza

Aquel que se fija en lo Bello entra necesariamente en una tradición, en lo que otros han hecho de bello antes que él. No hay bello sin vínculo con el pasado. Implica el porvenir, una esperanza. Me hace actuar: es fuente de caridad. Sana las heridas de lo económico, del utilitarismo; desarrolla y es signo de gratuidad y de sobreabundancia divina. “Miren los lirios de los campos”, nos dice Jesús. Dostoivski dijo: “la belleza salvará al mundo”… no es primero la belleza estética, sino Cristo, que es la única verdadera Belleza; aquella del Amor que se da y redime y transfigura y nos revela la mirada del Amor del Padre que nos crea continuamente y que nos hace bellos. A nosotros nos corresponde permanecer en esta luz para llegar a ser siempre los artesanos y los artistas de nuestra propia vida.