La fraternidad del Servidor
Algunas fotos de un campamento de la fraternidad en Los Cocos, Pcia de Cordoba.
Esta fraternidad está abierta a jóvenes entre los 18 y 35 años que aún no han elegido su estilo de vida y pretende ser un lugar de formación y de crecimiento espiritual para vivir la fe en medio de las dificultades y frente a la exigencia de seguir el camino abierto por Cristo en el mundo de hoy, especialmente para los jóvenes
Al tratarse de una fraternidad, hablamos de un lugar donde se llega a ser hermanos :
«En esto reconocerán que son míos, en el amor que se tendrán unos por otros » (Jn 13, 35)
La vida fraternal se comparte desde un compromiso y una meta común. La meta es ser servidores, como Jesucristo fue el Servidor del Señor. La Congregación de los Servidores de Jesús y de María tiene inscrito en su nombre de familia esta dimensión de servicio, en estrecha relación con María, madre y reina, que nos precede en este camino y nos enseña como vivir desde el servicio, ya que ella misma se ha hecho «la servidora del Señor». Tomando el ejemplo de María santísima y apoyándonos en ella, queremos dedicarnos a la obra de Jesús para servir en su dependencia y con Él al misterio de la Redención. Como miembros de esta fraternidad, nos reconocemos amados por Dios, con un amor de predilección, y nos decidimos a utilizar los medios para profundizar esta relación, en estrecha amistad con Cristo y con la comunidad de los SJM. Sabemos que no nos hemos elegido los unos a los otros, por eso expresamos esta amistad con un espíritu de comunión y confianza mutua, que se sostiene en 3 pilares fundamentales :
La oración
“Después, Jesús les enseñó con una parábola que es preciso orar siempre sin desanimarse” (Lc 18,1) Poniendo la Santa Misa en el centro de nuestra vida y prolongando esta acción de gracias, hacemos 15 minutos diarios de oración mental, meditando una decena del rosario a las intenciones de los otros miembros de la frat. Concientes de nuestras debilidades, nos proponemos recurrir al sacramento de la misericordia confesando nuestras faltas al menos una vez al mes, contando con la guía de un padre espiritual.
La comunidad
Vivimos una particular amistad con la comunidad de los Servidores de Jesús y de María. Nos congregamos en el seno de una fraternidad, con las metas de un encuentro mensual (el primer sábado del mes), 3 retiros anuales y el goum de verano. Este tiempo compartido ayudará a cultivar esta amistad y a hacer realidad la comunión tejida en la oración.
Una vida de servicio En la medida de nuestras posibilidades y según el carisma de cada uno, nos asociamos a los distintos apostolados de Casa Padre Lamy.
Fórmula de compromiso
Yo,………………………………………………………, en presencia de los hermanos de la comunidad de los Servidores de Jesús y de María, me comprometo por el espacio de un año a formar parte de la Fraternidad del servidor, en la escuela del Padre Lamy. Deseo poner toda mi vida al servicio de Cristo, mi salvador, de María, mi madre y de la iglesia. Por eso quiero aprender a ser un alma de oración, a crecer en la fe, la esperanza y la caridad, a entregarme sin medida para la salvación de mis hermanos, con el ejemplo y la palabra. Decido poner la Santa Misa en el centro de mi vida y vivir plenamente la gracia de mi bautismo. Sé que cuento con el sacramento de la reconciliación, con la oración de mi familia espiritual y con los consejos de mi padre espiritual. Con mis medios y mi disponibilidad, quiero participar de la misión de los Servidores de Jesús y de María. Que el corazón Inmaculado de María, refugio de los Pecadores me obtenga la gracia de ser fiel a mi compromiso.
Pequeña Historia de la Frat argentina
Algunas experiencias compartidas, y recordando los comienzos…
Empezamos con un encuentro por mes, a través de una invitación del padre Elías. Sabíamos que no nos habíamos elegido los unos a los otros, pero ahí estábamos : Natalia, Juan, Martín, Sofía, Rodolfo, Selva, hermano Benito y padre Elías, el 4 de marzo de 2006. Ese primer encuentro tratamos el tema de la verdad. Jesús dice: «Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» “¿Qué es la verdad?” le interroga Pilato. (Jn 18, 37-38). Es Jesús quien dijo de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). La Verdad… ¿la buscábamos, o era ella la que nos salía al encuentro ?
En los siguientes meses transitamos por películas como “Karol, el hombre que fue Papa”, donde finalizábamos la jornada con charlas y debates sobre las películas y rezando la decena del rosario por las intenciones de cada uno.
En los siguientes encuentros comenzó a asistir Matías que a través de Natalia conoció grupo. Conocimos también a Lucrecia, de Crespo y a Claudia, de Córdoba, pero la distancia hizo difícil que siguieran asistiendo.
Algunos domingos pudimos asistir a las jornadas de espiritualidad, siguiendo los pasos de los santos del Carmelo, que el padre Elías animaba con lecturas de Santa Teresa de Ávila. En la mayoría de los encuentros pudimos compartir la misa dominical y el almuerzo con los hermanos, con algunos momentos de adoración al Santísimo Sacramento, en intimidad con Jesús, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Entre los apostolados junto a los Servidores de Jesús y de María pasamos algún fin de semana con las familias amigas de Casa Padre Lamy, a quienes acompañamos en la oración y en los juegos con los niños, a veces también estos más pequeños quedaban en nuestras manos para que los padres puedan tener un momento más dedicado a las charlas de formación y espiritualidad. También visitamos a dos familias de un barrio de las afueras de Paraná, que nos recibieron muy bien, y en este apostolado pudimos ver la necesidad de la formación y del acompañamiento espiritual, en especial en los adultos, que muchas veces no frecuentan la iglesia y descuidan el propio crecimiento en ese aspecto. Sus niños asisten a catequesis, pero Dios también quiere habitar los corazones de sus familias y tener un lugar en sus hogares.
En julio, con entusiasmo recibimos junto a la comunidad de lo Servidores de Jesús y de María la visita de la Fraternidad del Servidor de Ourscamp, Francia. Este acontecimiento coincidía con la dedicación de la iglesia «Madre de Dios» el día 23, con la celebración de la Santa Misa por el obispo Mons. Mario Maullión, día especial para vivir como hermanos bajo el cuidado de María. Para este evento vino Claudia, de Oro Verde, para ayudar a preparar unos pasos de folklore para recibir a la frat de Francia con algo autóctono, además del asado con cuero, si saber que a partir del siguiente encuentro ya comenzaría a integrarse a la frat.
En agosto pudimos compartir un campamento durante un par de días en “El Espinillo”, con deporte, meditación, fogón y guitarreada.
Finalizando el año 2006 hicimos un balance de este año transcurrido, agradecidos por el crecimiento espiritual y el fortalecimiento desde la oración.
En diciembre, Rodolfo comenzó una experiencia dentro de la congregación de los SJM, con la intención de vivir más plenamente esa dimensión de servicio.
Llegando al final del año 2006, era propicio tener un tiempo de retiro, un cambio en el lugar de los encuentros, para vivir más estrechamente y cerca los unos de otros, pero también muy cerca de Dios. La experiencia de un goum tiene todo eso, pero por el agotamiento físico, no todos se sentían preparados. Es así que nos decidimos por un campamento en el monasterio «Abba Padre», en Los Cocos, Córdoba. A pesar de un viaje de ida con una estadía prolongada de la traffic en el taller mecánico, encontramos reposo cuando las hermanas de Abba Padre nos abrieron sus puertas fraternalmente : nos hablaron de la paternidad amorosa de Dios, en su carisma, que ellas descubren y encuentran en la soledad, también en la comunidad y en el recibimiento al peregrino y al hermano. La misa con elementos de la liturgia bizantina vuelve la mirada al inicio de la Creación, como nos explicaba la hermana Isabel: -la noche es un paso a la plenitud de la luz del mediodía que es Dios.- «Hubo una tarde, una mañana y ese fue el primer día» (Gen 1, 5). Pudimos en ese viaje acercarnos a conocer la cartuja “San José”, en Deán Funes y hablar con el padre Jorge, que nos recibió con mucha amabilidad. Este monje cartujo, nacido en Argentina, habiéndose formado como cardiólogo y ejercido su profesión hasta los 30 años, eligió gustar más de Dios en el silencio y la soledad, en una vida de oración por sus hermanos. Era el día de la presentación del Señor, el 2 de febrero, y estaba cumpliendo un aniversario más de sus votos perpetuos.
Y aquí estamos, ya pasada la primera reunión de este 2007, de nuevo en Casa Padre Lamy. Nos visitó Mariela esta vez, con el deseo de unirse al grupo. Al igual que Matías conoció la frat a través de Natalia. Nos encontraremos todos para el retiro de Pascua. Mientras seguiremos viviendo esta cuaresma en la que Jesucristo nos sigue llamando a acercarnos a Él. Continuamos en la metanoia, en el volver a Dios…
Algunas fotos de un campamento de la fraternidad en Los Cocos, Pcia de Cordoba.